miércoles, 31 de enero de 2007

Miénteme Za

Desde luego, si a Sonsi le gusta el sexo oral, debe estar contentísima con su Zapatero pinocho. El problema es que éste individuo no tiene ningún Pepito Grillo en el PSOE, que le haga reconducir por la buena senda, porque todos son aprendices (o maestros, según se mire) de muñecos de madera.
El caso es que ZP no se cansa de mentir: miente en su programa electoral, miente en los mítines, miente en las reuniones a Rajoy, miente a los periodistas, miente a los ciudadanos en sus discursos y en sus apariciones televisibas, etc. Por mentir, miente hasta cuando piensa.

Donde dije digo... El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cambió radicalmente su discurso en sólo diecisiete días, los que van del 1 de enero al 18 del mismo mes. Comenzó el año sumergido en el mayor de los pesimismos tras el atentado de Barajas y poco más de dos semanas después daba muestras de su desatado optimismo antropológico al hablar sobre el futuro del proceso de paz. Y todo ello ante el mismo interlocutor: el lehendakari, Juan José Ibarretxe.
Así lo ha comentado recientemente el propio jefe del Ejecutivo de Vitoria a sus más estrechos colaboradores, a los que ha asegurado que en el último encuentro que mantuvo con Zapatero en el Palacio de La Moncloa, éste le mostró su convencimiento de que el proceso de paz aún podía “reconducirse”. Siempre según la versión de aquella reunión que ha transmitido en privado el político vasco y a la que ha tenido acceso El Confidencial, el presidente del Gobierno le recalcó que estaba seguro de que no se había equivocado al apostar por el diálogo para poner fin a ETA.
Zapatero incluso le insistió que éste seguía siendo el “buen camino” y que había que seguir intentándolo, aunque reconoció que ahora hacía falta tiempo para poder retomarlo. Ibarretxe ha asegurado, sin embargo, que el presidente no le facilitó en ningún momento de la entrevista dato alguno que justificase su optimismo y que, incluso, salió de allí convencido de que en aquel momento no los tenía. “Le dio la sensación de que estaba ante un ZP que todavía creía en los milagros”, apunta una de las fuentes consultadas por este diario.
La sorpresa del lehendakari al oír las palabras del presidente fue mayor porque aún tenía reciente la conversación telefónica que había mantenido con el inquilino de Moncloa el pasado día de Año Nuevo, sólo 48 horas después del atentado de Barajas. Aquel día, Zapatero llamó a Ibarretxe y durante los minutos que estuvieron hablando, el presidente del Gobierno se mostró, en palabras del político nacionalista, “perdido, desorientado, deprimido”.
Otegi, también esperanzado
El lehendakari ha recalcado a sus colaboradores que también el líder de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, se mostró optimista sobre el futuro del proceso de paz en el encuentro que ambos celebraron el pasado 22 de enero. Según Ibarretxe, el dirigente abertzale le dijo estar esperanzado en que en las próximas semanas se produjeran gestos tanto por parte de ETA como del Gobierno de Zapatero que permitieran en poco tiempo volver a situar el diálogo en el punto cero del 22 de marzo.
Ibarretxe -que en privado muestras sus dudas sobre la capacidad actual de Otegi para arrastrar tanto a la izquierda abertzale como a ETA a una mesa de diálogo- ha destacado que, en aquel encuentro, el portavoz de la ilegalizada formación insistió en que la furgoneta bomba de la T-4 también le había cogido a él por sorpresa. A pesar de ello, el dirigente de Batasuna le recalcó la necesidad de que para poder avanzar era necesario que su partido pudiera concurrir a las elecciones de mayo “con todas las garantías”.
Este encuentro fue el segundo que mantenían el lehendakari y Otegi tras el atentado de Barajas. En el primero, celebrado pocos días después del 30-D, el líder de la izquierda abertzale no se mostró tan optimista y claramente desconcertado le había preguntado a Ibarretxe qué se esperaba de ellos tras la brutal acción de ETA en Madrid. El jefe del Ejecutivo de Vitoria le exigió entonces la condena del crimen y le dejó claro que su Gobierno no iba a amparar a la ilegalizada formación.

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