miércoles, 31 de enero de 2007

La economía de mal en peor

Que la economía española está perdiendo fuelle es algo que está en todos los mentideros, por mucho que los miembros de nuestro afamado Gobierno se empeñen en regalarnos los oidos con cantos de sirena. Es público y notorio que no han tomado ninguna medida de calado desde que tomaron las riendas de nuestro pais. La política del “no tocar lo que funciona” puede ser válida durante un tiempo y en determinadas cosas. El problema es que la economía de este mundo que nos ha tocado vivir es muy cambiante y lo que hace un año era la panacea hoy no sirve de nada. A pesar de no querer reconocer que la política económica del Gobierno Aznar fue brillante y nos sacó de la bancarrota, siguen empeñados en seguir con ella, pase lo que pase, ya que si algo tiene claro ZP es que el día en que la economía empiece a flaquear ya no le salva ni todo su coro mediático entonando el “Salvad a Willy”.
Esta nefasta actitud, podría tener su pase si las consecuencias se hicieran sentir sólo en casa de los progres que le han votado. El problema es que todos la vamos a sufrir, incluyendonos a aquellos, no que la naturaleza nos haya dotado mejor intelectualmente, sino que simplemente sabemos utilizar la materia gris recibida, y no tragamos con los Cuentos de Navidad de los Hermanos Green.

España será la próxima víctima de un crack en la zona euro. Esta afirmación la hace Olivier Blanchard, miembro del departamento económico del prestigioso Massachussets Institute of Technology (MIT), en un reciente artículo en The Economist titulado Beggar thy neighbour. La información habla de la recuperación alemana y del complicado horizonte que se presenta para nuestro país fruto de su baja competitividad.
Blanchard ve a España como la próxima víctima de lo que él llama “las depresiones que rotan bajo el euro”. A su juicio, la Unión Económica y Monetaria está caracterizada por la sucesión de booms y quiebras, cada uno en un país. Un típico ciclo stop-go empieza con un aumento localizado de la demanda, que lleva al incremento de salarios, pérdida de competitividad y finalmente a un descenso prolongado. Desde que los tipos de interés a corto plazo en la Eurozona no se adaptan a los ciclos individuales de cada país, la autoridad monetaria no puede atenuar ni los booms, ni los pinchazos.


La competitividad de la economía tuvo en 2006 su annus horribilis. Para llegar a esta conclusión sólo hay que echar un vistazo a los últimos datos oficiales, que reflejan un deterioro continuado de la posición competitiva; sin precedentes desde las cuatro devaluaciones de la primera mitad de los años 90. En concreto, y según los datos del Banco de España, el índice de competitividad de la economía respecto de la eurozona (en relación a la evolución del IPC) alcanzó los 109,2 puntos en diciembre del año pasado (1999=100), la cifra más elevada en una década (un aumento del indicador muestra un pérdida de competitividad).
Para encontrar un nivel similar hay que situarse en 1992, cuando el Indicador de Tendencia de la Competitividad (que recoge la evolución de los precios y del tipo de cambio) registró un nivel superior, lo que provocó, por entonces, la primera de las cuatro devaluaciones. Un fórmula que hoy es simplemente imposible por la pertenencia española al euro.
El ensanchamiento del diferencial de precios con la eurozona es, sin lugar a dudas, la causa fundamental del deterioro, toda vez que tan sólo en los últimos tres años el IPC ha crecido en España 3,6 puntos más que en los países de la unión monetaria. En concreto, y tomando como referencia el IPC medio (que es más representativo que el interanual -diciembre sobre diciembre-), la distancia fue de un punto en 2004; de 1,2 puntos en 2005 y de nada menos que 1,4 puntos en 2006, el peor registro desde la incorporación de España a la eurozona. Es decir, que el año pasado, pese a que el IPC ha caído de forma sensible respecto a los ejercicios anteriores, la distancia ha aumentado, y es que en la UE los precios se han corregido más rápidamente que en España.
Tal y como ponen de relieve las cifras oficiales, el deterioro del índice de competitividad no sólo se ha materializado frente a los países que forman parte del euro, sino también respecto al conjunto de la Unión Europea y el resto de países desarrollados. En ambos casos, como consecuencia de la apreciación del euro, que juega en contra de la capacidad de las exportaciones para competir en los mercados internacionales de bienes y servicios. Basta señalar, por ejemplo, que si en 1999 el índice de tendencia de la competitividad se situaba en los 99,1 puntos, en septiembre pasado se habían alcanzado ya los 108,5 puntos, con un deterioro continuado a lo largo del tiempo, por lo que no pueda achacarse a factores coyunturales.

1 comentario:

El Cerrajero dijo...

El P$o€ está cometiendo el grave error de fijarse únicamente en las cifras macroeconómicas y se olvida de las microeconómicas que son las que ya sufrimos en nuestros bolsillos.