viernes, 16 de febrero de 2007

Rubalcaba y Moratinos se lucen

El Sr. Rubalcaba está acostumbrado a utilizar los subterfugios del Estado para su propio beneficio. Es un artista en eso de moverse en las alcantarillas y entre las ratas. Es un maestro en el arte de utilizar a los Cuerpos de Seguridad del Estado en hacer las labores más sucias. Pero cuando se trata de reconocer su labor y de tratarles adecuadamente todo éso se olvida.
Jamás les han reconocido adecuadamente toda la labor en la lucha antiterrorista que han tenido los distintos Cuerpos. Eso sí, se empeñan en retratarnos a Vera y Barrionuevo como los héroes que han dado su libertad por nosotros, olvidándose de todo el dinero que nos han robado.
Pero estos señores no se conforman con los continuos desplantes ni falta de reconocimiento, sino que además tienen que humillares y vejarles. Como será, que los sindicatos de Policía, más próximos al PSOE que a cualquier otra formación política, artos de este trato, llevan una temporada de denunciando este tipo de acciones. Empezaron por el caso De Juana, denunciando las órdenes recibidas desde arriba para que recibiera un trato de favor, y saliendo al paso de las lamentables declaraciones de "La Seca" de la Vega, culpando a la policía de la situación y ha continuado con los relatos que a continuación expongo:
Fuente: El Confidencial.
“Tenía hambre, me sentía desesperado y un compañero me dejó su cartón para dormir un rato”

“Tenía muchísima hambre, me sentía impotente y desesperado porque no sabía cuándo iba a volver a comer, ni cuándo iba a descansar”. Miguel R., 34 años, uno de los 70 policías enviados a Mauritania para auxiliar a los 404 ocupantes de un barco, el Marine I, rescatado por España en aguas internacionales, estaba sucio y cansado, harto de orinar en la pared exterior de la antigua fábrica de pescado. Su labor era vigilar a los emigrantes alojados temporalmente allí, dos horas de custodia y otras dos de descanso apoyado en esas mismas paredes, una y otra vez. Gendarmes mauritanos le rodeaban armados con fusiles kalashnikov.
Era la madrugada del día 13 de febrero, más de veinticuatro horas de servicio, sin comida suficiente, sin ducha, sin baño. Miguel R. –nombre falso, teme represalias- dormitaba apoyado en esa pared. Olor a suciedad humana –la de ellos, porque los emigrantes se habían duchado- y a pescado podrido. “Otros policías descubrieron una vieja cámara frigorífica vacía, consiguieron unos cartones y se metieron allí para dormir. Yo no encontré ninguno, pero un compañero me dejó tumbarme junto a él en su cartón para dormir un rato”. De repente, se fue la luz “y algunos policías aprovecharon para sustraer las mantas para los emigrantes que a la Cruz Roja le había sobrado”.
Las mantas –“más de cien”- formaban una montaña, pero los policías españoles no tenían permiso para cogerlas. Miguel R. se sentía un privilegiado; al fin y al cabo estaba tumbado sobre cartones, cuando la mayoría de sus compañeros dormitaba en el exterior, con la espalda apoyada en las paredes de la antigua fábrica de pescado de la flota española que faena en el banco canario-saharaui.
No había tomado nada desde la una de la madrugada del día anterior y no había comido el bocadillo de carne que le entregaron para comer, bocadillos que habían llegado en sacos de papel que fueron descargados junto a las paredes con orines y estaban deshechos.
Horas antes, Miguel y otros policías habían pedido unas naranjas de la Cruz Roja destinadas a los emigrantes y recibieron una negativa: “Nos dijeron que estaban contadas”. Cuando llegó su turno de descanso, se sentó otra vez junto a la pared. Alzó la vista y un gendarme mauritano, kalashnikov al hombro, le miraba mientras se comía una naranja. Le ofreció un gajo.
Tumbado, oyó cómo los compañeros bromeaban: “Ahora son los emigrantes los que tendrán que ponerse máscaras porque estamos asquerosos”. ¿Qué hacía ahí?, se preguntó. “Había policías mauritanos suficientes para custodiar a los emigrantes. Nadie pensaba en nosotros: no éramos importantes. Me sentí manipulado. No podíamos movernos, porque las autoridades mauritanas nos habían quitado los pasaportes nada más llegar, no podía conseguir comida ni alojamiento, era desesperante”.
Los emigrantes habían desembarcado en el puerto de Nuadibú (Mauritania) y dormían en la fábrica de pescado tras haber sido clasificados en función de sus nacionalidades y diagnosticados por los médicos de la Cruz Roja. Los policías, que fueron allí por relevos, no pudieron ducharse en los días que duró la crisis, entre el 9 y el 14 de febrero. “No es cierto que los emigrantes estaban enfermos. Lo máximo que tenían algunos era sarna. Y el barco estaba en mejores condiciones que los cayucos que llegan a Canarias”, revela Miguel.
Cuarenta y ocho horas sin dormir
Unos pocos policías pudieron ir a comer al Hogar Canario. Quisieron pedir un menú de carta, pagando ellos: “Se negaron, dijeron que para nosotros no había esa comida”, relata Miguel. Les sirvieron una pequeña ensalada “y una especie de carne en salsa que parecía de camello, no lo sé”. En una mesa cercana, el inspector de policía destinado en el consulado español “comía calamares y bebía con sus amigos unas cervezas”.
La Confederación Española de Policía (CNP) denuncia que en tres días, la mayoría de los policías tan sólo comió tres bocadillos. Luego llegó la traca final. Un grupo de 36 policías y dos médicos del Cuerpo llegó a Tenerife tras más de 24 horas viajando por media África a bordo del Hércules. Primero iban a entregar a 35 subsaharianos que nadie quería a Guinea Conakry, pero allí no los aceptaron. Los desviaron a Guinea Bissau, y también se negaron. Los mandaron aún más lejos, a Cabo Verde. Rechazados de nuevo, regresaron a Mauritania para repostar.
El avión, con los policías y los emigrantes a bordo, permaneció rodeado de gendarmes en el aeropuerto mauritano. Otro grupo de policías españoles estaba en la pista. Otro de los policías, Pablo, lo relata: “Nos habían mandado allí para relevarlos, pero los mauritanos no nos dejaron. Permanecimos sentados, acordonados por gendarmes armados”. El avión recibió la orden de despegar hacia Cabo Verde. Al llegar, los caboverdianos mantuvieron retenidos dentro del avión a policías y emigrantes durante más de ocho horas. Al final, desembarcaron a los 35 subsaharianos.
Siete horas retenidos
“Hombres de poca ”, les dijo un mando cuando comunicó al grupo de policías de Miguel que regresaban a España. Era los que llevaban más tiempo en Nuadibú. A las seis de la tarde del martes pasado subieron al avión. Pero los mauritanos también querían que se llevaran a otro grupo de 35 emigrantes asiáticos del barco. Los policías permanecieron siete horas dentro del avión, mientras se sucedían las negociaciones. El grupo llegó con ellos a Gran Canaria y pidió el asilo político.
Durante este tiempo, los sindicatos, alertados, comenzaron a buscar soluciones. El Sindicato Unificado de Policía (SUP), por ejemplo, ya había apalabrado el alquiler de una avioneta -8.000 euros- con el fin de transportar a Mauritania comida y tiendas de campaña para sus compañeros.
“Ha sido el servicio más innecesario, desagradable, ingrato y absurdo de cuantos he hecho en mi vida”, relata Miguel quien no ve beneficio alguno a su trabajo allí, con 48 horas sin dormir en condiciones: “fue un gasto innecesario de dinero para que los políticos pudieran hacer el paripé de que hacían algo. Al final resulta que sólo los subsaharianos han sido expulsados”, sentencia.
Los sindicatos denuncian la "injustificable falta de planificación y coordinación" de los ministerios de Interior y de Asuntos Exteriores. Califican de "humillante y vejatorio" el trato recibido por los policías y tienen previsto actuar de manera coordinada ante el Gobierno para intentar que no se vuelva a producir una situación como la que han padecido en Mauritania.

3 comentarios:

TAZ dijo...

Y por si fuera poco ésto:

De la Vega dice que la Policía tiene que trabajar "a veces" en condiciones "difíciles"
La vicepresidenta primera del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, dijo este viernes en relación a denuncias vertidas por sindicatos policiales y el PP sobre la situación de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía destinados a Mauritania, que las condiciones en las que "a veces" tiene que trabajar la policía son "difíciles". El presidente del PP preguntará en la próxima sesión de control al presidente Zapatero sobre el "trato vejatorio" que, a su juicio, sufrieron los agentes.Los populares han pedido también la comparecencia de Moratinos sobre este asunto.

No tienen verguenza.

Anónimo dijo...

No entiendo que el Gobierno asigne a Mauritania un montón de millones el otro día y, sin embargo, se le olvida proporcionar comida y cama a nuestros abnegados policías.

TAZ dijo...

Pues mira, me hago eco aquí de una noticia que salió hace tiempo. Lo he visto en el blog de El cerrajero, y la verdad es que es curiosa la comparación

Mª Teresa Fernández de la Vega utilizó 72 habitaciones y 2 suites en Nairobi y la AECI subvencionó a 60 africanas para el acto de Mozambique

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El Gobierno español no ha escatimado esfuerzos para el viaje oficial a Kenia y Mozambique. María Teresa Fernández de la Vega y Leire Pajín han encabezado una comitiva de mujeres españolas que se han desplazado al continente negro, acompañadas de un importante contingente.
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Jueves 15/02/2007
El nuevo servicio de protección de embajadas y legaciones en el extranjero de la Guardia Civil no incluye los ‘edificios’ de Leire Pajín

Jueves 11/01/2007
María Teresa Fernández de la Vega defrauda como conferenciante y se mete en un lío al llamar “papelito” al Pacto Antiterrorista






La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, regresaron este miércoles de Mozambique, donde celebraron el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y clausuraron el foro “España-África. Mujeres por un mundo mejor”.


Además del aumento de ayudas que de la Vega anunció para países como Kenia, Etiopía, Somalia, Camerún o Guinea Bissau, entre otros, el Gobierno Zapatero no ha escatimado en los gastos de organización de este encuentro en África, que ha contado con la presencia de importantes periodistas, empresarias y políticas españolas.


Así, para la primera etapa del viaje, desarrollada en Kenia, la vicepresidenta reservó en un hotel de Nairobi dos suites — en las que se alojaron la propia De la Vega y Pajín- y 72 habitaciones. Según fuentes oficiales de vicepresidencia del Gobierno las estancias se distribuyeron de la siguiente manera: 12 para la tripulación, 20 para una delegación de mujeres españolas invitadas, 20 para periodistas y un número indeterminado para personal de seguridad.


Por cierto, que en esta comitiva se encontraban destacadas empresarias como Ana Patricia Botín; periodistas, como Victoria Prego o Carmen Caffarel; y políticas como la “popular” Ana Pastor o la socialista Carmen Alborch, entre otras.


La segunda fase del viaje tuvo como destino Mozambique. Según ha podido saber El Confidencial Digital, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) sufragó los gastos de 60 mujeres africanas procedentes de 18 países del continente que han acudido a los actos celebrados en Maputo (Mozambique) con motivo del “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, el 8 de marzo.


La Agencia dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores ha costeado, concretamente, el desplazamiento y alojamiento de esas 60 mujeres relevantes africanas, del total de 300 congresistas que acudieron a los actos de Maputo.


Fuentes oficiales del Gobierno explicaron a ECD que este tipo de práctica “es habitual” en este tipo de celebraciones y que los actos fueron organizados a la par por los Gobiernos español y mozambiqueño. Según las mismas fuentes, el Gobierno de Mozambique se hizo cargo de los costes de infraestructura del evento: la cesión del Palacio de Congresos y toda la logística necesaria, el sonido, el mobiliario, azafatas, etc.


Este confidencial ha podido conocer la existencia de un importante malestar en ámbitos de la propia Secretaría de Estado de Cooperación Internacional. Según estas fuentes, el Gobierno Zapatero habría invertido en este viaje más dinero que lo que España destina anualmente a Kenia y Mozambique en ayuda al desarrollo.